El 9 de Julio se conmemora la Declaración de la Independencia. Ese día, en 1816, nos declaramos independientes. Declaración e independencia son palabras que no usamos todos los días.

Declarar significa comunicar, decir en voz alta o escribir, una decisión.

Independencia tiene muchos significados.

En este caso significa tener un gobierno propio y no depender de las decisiones de otros países.

Después de la Revolución de Mayo los criollos gobernaron este territorio, que se llamó Provincias Unidas en vez de virreinato. Pero todavía no habían declarado que eran independientes.

En 1816, los representantes de cada una de las Provincias Unidas decidieron reunirse en Tucumán para declarar la independencia de España y de cualquier otro país.

Se reunieron en una casa que cedió Doña Francisca Bazán de Laguna. Allí firmaron el Acta de la Independencia.

Cuando los habitantes de Tucumán se enteraron, salieron a festejar a la calle; colgaron guirnaldas con faroles y banderas en las puertas de la iglesia y en el centro de la plaza se organizaron bailes y los payadores improvisaron versos hasta altas horas de la madrugada.

 

¿Cómo se viajaba en las Provincias Unidas?

En el tiempo de la independencia, las rutas eran de tierra y muy angostas; los caminos

 no estaban iluminados. Entre las ciudades había pocas casas, poca gente y según relataban los viajeros, muchos peligros y pocas comodidades.

Se utilizaban varios medios de transporte: caballos, carretas, galeras..., es decir, todos eran de tracción animal. Como eran más lentos que los actuales (que son impulsados por motores), la gente solía detenerse a comer y descansar en el camino pues, en general, viajaban varios días.

Por ejemplo, los congresales, para ir desde Buenos Aires hasta Tucumán, viajaron en galera durante 30 días. El mismo trayecto, en carreta, duraba el doble de tiempo.

Si querés conocer los demás medios de transporte de la época colonial HACE CLICK AQUÍ

 

Los chasquis

Luego de declarada la independencia, se hicieron 3.000 copias del acta para enviarlas a todos los pueblos de las Provincias Unidas.

La mayoría estaba escrita en español, pero otras estaban escritas en quechua o aymará, que eran las lenguas de algunos pueblos originarios que habitaban en el territorio.

Las actas se repartieron por medio de chasquis, el transporte del correo de la época. Los chasquis eran hombres que se trasladaban a caballo. En el camino, paraban en las postas, donde cambiaban el caballo cansado por otro y continuaban viaje. Cuando la correspondencia era considerada importante, solían estar acompañados por una escolta armada.

 

Las postas

En las rutas de nuestro territorio había postas: lugares donde se podían cambiar los caballos, comer, descansar un poco y seguir. Las postas estaban en lugares donde había pasto y agua para alimentar a los caballos y bueyes. Casi siempre eran ranchos de adobe y paja. Entre una y otra posta había unos 50 km.

En 1823, poquitos años después de la reunión en Tucumán, Santiago Bevans escribió sobre la comida en las postas, a las que había ido varias

veces. “La comida es siempre la misma. Cuando llega el carruaje, sale un muchacho corriendo al campo y trae un cordero asado al asador. Después nos traen la carne en una fuente grande que alcanza para el hambre de 4 a 5 personas".

 

La pulpería

En 1819 contaba otro viajero: “Las pulperías son unas chozas miserables y sucias, donde puede comprarse un poco de caña, cigarros, sal, cebollas tal vez y pan de la ciudad, pero más al interior este último artículo no puede conseguirse, de manera que el viajero, si no lleva pan con él, debe alimentarse, como la gente de campo, con carne solamente. Estas chozas generalmente tienen un trozo de género de color colgado de una caña a modo de aviso; también hacen las veces de casa de posta y tienen unas docenas de caballos pastando al fondo, cerca de la casa. Cuando llega un viajero, deja allí su caballo; el pulpero, con un lazo, sale en su caballejo, que siempre está dispuesto tras la vivienda, hasta el pantano donde pasta la tropilla, y enlazando a uno, lo trae, coloca la montura, y sea manso o bravo, allá va el viajero al galope, hasta la próxima posta”